La cuenta, por favor
Para cuando terminé de desenredar los auriculares, ya había avanzado un 50% el viaje. Aun no me quiero a pasar a los inalámbricos, no por romántica, sino por incomoda. O caprichosa.Cambian los auriculares, cambian las estaciones y la gastronomía en Buenos Aires se estancó en 2020. Los gastronómicos no aprendieron nada del cierre brutal que fundió a muchos. Y nosotros somos consumidores de lo que hay: no es algorítmico, es lo que hay. Hoy hay tres tipos de comida: la buena, novedosa o tradicional -depende- e impagable, la mediocre con ínfulas y la de mala calidad y sin amor. Hay un apartado para el bodegón y las pizzerías, sería la accesible y abundante, la que promocionan los instagrammers. Porque hay ahi una crisis más profunda que la económica y es algo que callamos porque tampoco nos desvela y está bien.En los lugares del primer grupo hallo el mayor de los placeres que es que a mí no me importa si me sacuden con la cuenta si voy a comer bien y, además, me van a brindar atención acorde al servicio. Cada vez menos lugares tienen lo último pero resisten. La ancha avenida del medio es la de los que tienen guita para invertir pero no se asesoran con gente avezada y chapucean porque "la gente no se da cuenta". La gente se da cuenta, Tin, pero vos la subestimás. Poner 3 hojas de perejil en un plato no lo hace fancy, pero es lo que podés ofrecer y el salmón ahumado me encanta pero no es un accesorio en la carta. A los últimos ni pienso darles lugar porque no me interesa la comida sin amor y prefiero un pancho con papas pay comprado en la calle. Igual, tampoco como de eso, pero bueno.Los bodegones y pizzerías porteños se volvieron lugares de culto para drama de los que íbamos mucho antes de que aparecieran los antigourmet y esa banda de hypeadores de platos abundantes hasta el asco. Hay una realidad y es que en gran parte de los boliches estos tenés algo que podés pagar, te llenás y suele haber buena atención. Voy a contar dos casos: hace 15 días fui a Nucha de Belgrano R. Fui porque tenía que almorzar y me caí sobre el local. Pedí un tostón con salmón ahumado y blabla que se podía acompañar de "mix de verdes" o papas rústicas. Me trajeron una ensalada de 2 repollos, zanahoria, rabanitos, tomate cherry, pepino y unas hebras de lechuga. Pedí que me lo cambiaran. La encargada/dueña herself me trajo unas papas fritas reventadas de aceite, rancias y más viejas que la dama de los almuerzos. Terminé el tostón, me arrimé a la caja a pagar y le dije que eso era incomible. Lejos de intentar que me disgustara poco, me rebatió que ella las había probado y me arrancó 18k pesos de la cuenta. De más está decir la sorna con la que me trató. Allá fue mi queja a san gugle. Hace 1 semana le propuse a una amiga que venía de zona sur, ir a Bar Norte. Norte nunca falla aunque no tenga la mejor panera y no me guste la manteca. Pero allí nos atendió un mozo, no un camarero, un mozo. Nos recomendó qué comer, nos preguntaba si estaba todo bien y nos trató con mucha simpatía. Gasté apenas más de lo que había gastado en Nucha. Yo ya había ganado.No me queda otra que ir siempre a los lugares que son seguros.Bueno, entre otras cosas ya bajé del 107 y me dijeron de venir a desayunar a un Tienda de Café muy bien puesto en un barrio viejo de la Ciudad. Invita la casa.